Una nueva educación es posible y necesaria. Pero ello requiere ir más allá de lo cognitivo y atender las necesidades sociales, emocionales y físicas de los niños, niñas y adolescentes.
Esta nueva mirada nos la suministra la neuroeducación, un enfoque integrador y transdisciplinar cuyo objetivo es mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje a partir de los conocimientos científicos alrededor del funcionamiento del cerebro.
La neuroeducación o neurodidáctica es un campo de actuación muy reciente, en el colaboran tanto educadores como neurocientíficos. En este campo emergente convergen especialidades como la neurociencia, la psicología, la ciencia cognitiva y la educación para mejorar los métodos de enseñanza y los programas escolares

¿Qué es la neuroeducación y para qué sirve?

La neuroeducación o neurodidáctica es una nueva visión de la enseñanza que se basa en aportar estrategias y tecnologías educativas centradas en el funcionamiento del cerebro. Esta nueva disciplina educativa fusiona los conocimientos sobre neurociencia, psicología y educación, con el objetivo de optimizar el proceso de enseñanza y aprendizaje.

Por lo tanto, la neuroeducación puede definirse como una disciplina puente entre la neurología y las ciencias de la educación, en la que la psicología educativa tiene un papel clave. Se trata de un proyecto de desarrollo científico en el que se quieren aunar los conocimientos que tenemos acerca de cómo funciona el cerebro con lo que se sabe acerca de los procesos educativos y cuyo propósito es aplicar todo lo que se sabe acerca de cómo el cerebro aprende y qué cosas estimulan el desarrollo cerebral al ámbito escolar.

¿Cuál es el aporte de la neuroeducación?

La neuroeducación ayuda a construir conocimiento con el educador mediante el estudio del cerebro. Propone que los maestros evalúen desde el proceso neuronal de cada niño si le están exigiendo algo que simplemente no puede dar. Lo anterior los lleva a tener en cuenta el proceso de maduración cerebral para diseñar estrategias de enseñanza.

Factores que intervienen en la neuroeducación e implicaciones educativas:

El desarrollo de las tecnologías de visualización cerebral ha permitido en los últimos años desmentir mitos que hasta el momento se creían válidos, así como nuevos aportes y enfoques que nos permiten poder tener una nueva visión de la educación.

A continuación se presentan los factores que intervienen en la neuroeducación y las implicaciones educativas que conllevan.

1- La plasticidad cerebral

La plasticidad cerebral ha sido uno de los descubrimientos más relevantes en el campo de la neurociencia. El cerebro es “plástico” pudiéndose adaptar su actividad y cambiar su estructura de forma significativa a lo largo de la vida, aunque es más eficiente en los primeros años de desarrollo (periodos sensibles para el aprendizaje).

Además es capaz de crear constantemente nuevas neuronas y conexiones entre ellas si se le provee de la estimulación adecuada.

Implicaciones educativas: Desde la perspectiva educativa, esta plasticidad cerebral resulta trascendental porque posibilita la mejora de cualquier alumno y, en concreto, puede actuar como mecanismo compensatorio en trastornos del aprendizaje como la dislexia y el TDAH.

2- Cada cerebro es único y particular

Nuestro cerebro es único, no existen dos cerebros idénticos. La experiencia modifica nuestro cerebro continuamente fortaleciendo o debilitando las sinapsis que conectan las neuronas, generando así el aprendizaje que es favorecido por el proceso de regeneración neuronal llamado neurogénesis.

Implicaciones educativas: El hecho de que cada cerebro sea único y particular (aunque la anatomía cerebral sea similar en todos los casos) sugiere la necesidad de tener en cuenta la diversidad del alumnado y ser flexible en los procesos de evaluación.

Asumiendo que todos los alumnos pueden mejorar, las expectativas del profesor hacia ellos han de ser siempre positivas y no le han de condicionar actitudes o comportamientos pasados negativos.

3- Emociones y aprendizaje

Las emociones interactúan con los procesos cognitivos, por ello una parte clave de la neuroeducación se refiere a manejar las emociones para que no solo no interfieran sino que beneficien el proceso de aprendizaje.

Se pretende enseñar a los niños a ser conscientes de sus sentimientos y tomar el control de estos y de su conducta. Es importante que aprendan a reconocer cuando están enfadados, tristes y poder manejar esta emociones, es decir, hemos de aprender a gestionarlas no a erradicarlas.

Además, un alto nivel de estrés dificulta el aprendizaje, por ello es importante crear un buen clima de aprendizaje, sin estrés, y enseñarles a manejar la ansiedad.

Implicaciones educativas: Los docentes hemos de generar climas emocionales positivos que faciliten el aprendizaje y la seguridad de los alumnos. Para ello hemos de mostrarles respeto, escucharles e interesarnos (no sólo por las cuestiones académicas). La empatía es fundamental para educar desde la comprensión.

4- La atención y su optimización

La neurociencia ha demostrado la importancia de hacer del aprendizaje una experiencia positiva y agradable. Sabemos que estados emocionales negativos como el miedo o la ansiedad dificultan el proceso de aprendizaje de nuestros alumnos.

Pero, en la práctica cotidiana, han predominado los contenidos académicos abstractos, descontextualizados e irrelevantes que dificultan la atención sostenida, que ya de por sí es difícil de mantener durante más de quince minutos (Jensen, 2004).

A los seres humanos nos cuesta reflexionar, pero somos curiosos por naturaleza y es esta curiosidad la que activa las emociones que alimentan la atención y facilitan el aprendizaje. Y es que, tal como dice Francisco Mora, “cuando se enciende la emoción se facilita la atención, un mecanismo imprescindible para la creación de conocimiento”.

Implicaciones educativas: No es suficiente que pidamos a los alumnos que presten atención sino que hemos de utilizar estrategias prácticas que fomenten la creatividad y que permitan a los alumnos participar en el proceso de aprendizaje sin ser meros elementos pasivos del mismo.

Para ello, es útil aprovechar los primeros minutos de la clase para enseñar los contenidos más importantes para luego seguir con bloques que no superen los diez o quince minutos y así poder optimizar la atención.

Al final de cada bloque se puede dedicar un tiempo para reflexionar sobre lo analizado o, simplemente, hacer un pequeño parón para afrontar el siguiente. Todo ello debería ser complementado por un profesor activo que se mueve por el aula y cambia el tono de voz porque los contrastes sensoriales atraen la atención del alumno.

5- Las neuronas espejo y aprendizaje cooperativo

Las neuronas espejo son un grupo de células cerebrales que se activan tanto cuando realizamos una acción como cuando observamos a alguien realizarla. Permiten “reflejar” la acción de otro en nuestro propio cerebro, de ahí su nombre. Destacar que no o solo ocurre con acciones, sino también con las expresiones emocionales.

Por ello se cree que son la base de la empatía y de la adquisición del lenguaje. Por eso siempre recordamos más a los maestros que nos supieron tratar con cariño y respeto, que a aquellos que eran unos grandes eruditos en sus materias pero nos llamaban de forma fría por nuestro apellido.

Durante el proceso de enseñanza-aprendizaje, estas células hacen posible que «empaticemos» con los contenidos, habilidades o destrezas que vamos asimilando. La existencia de estas neuronas nos convierte en seres sociales, y del mismo que una sociedad se configura debido a unas acciones cooperativas, durante el aprendizaje también debemos propiciar situaciones que favorezcan la cooperación.

Una educación excesivamente individualista y competitiva entre los alumnos, no es un reflejo de lo que posteriormente debería ser una vida adulta en sociedad.

Implicaciones educativas: La colaboración efectiva en el aula requiere algo más que sentar juntos a unos compañeros de clase. Los alumnos han de adquirir una serie de competencias básicas imprescindibles en la comunicación social como el saber escuchar o respetar la opinión divergente. Además, han de tener claro los beneficios de trabajar en grupo y saber cuáles son sus roles en el mismo.

La escuela ha de fomentar también la colaboración entre alumnos de distintos niveles y la compartición de conocimientos (por ejemplo, mediante presentaciones de trabajos de investigación de los alumnos), sin olvidar la realización de actividades interdisciplinares. Y no hemos de olvidar que la escuela ha de abrirse a toda la comunidad.

6- La importancia del juego a cualquier edad

El juego constituye un mecanismo natural arraigado genéticamente que despierta la curiosidad, es placentero y permite descubrir destrezas útiles para desenvolvernos en el mundo. Se libera dopamina que hace que la incertidumbre del juego constituya una auténtica recompensa cerebral y que facilita la transmisión de información entre el hipocampo y la corteza prefrontal, promoviendo la memoria de trabajo.

El juego constituye una necesidad para el aprendizaje que no está restringida a ninguna edad, mejora la autoestima, desarrolla la creatividad, aporta bienestar y facilita la socialización. La integración del componente lúdico en la escuela resulta imprescindible porque estimula la curiosidad y esa motivación facilita el aprendizaje.

Implicaciones educativas: El juego motiva, ayuda a los alumnos a desarrollar su imaginación y a tomar mejores decisiones. Además, existe una gran variedad de juegos que mejoran la atención, uno de los factores críticos en el proceso de aprendizaje: ajedrez, rompecabezas, juegos compartidos, programas de ordenador, etc. Es cuestión de integrar adecuadamente el componente lúdico en la actividad diaria.

7- El ejercicio físico mejora el aprendizaje

La práctica regular de la actividad física (principalmente el ejercicio aeróbico) promueve la neuroplasticidad y la neurogénesis en el hipocampo, facilitando la memoria de largo plazo y un aprendizaje más eficiente. El ejercicio físico mejora el estado de ánimo (la dopamina interviene en los procesos de gratificación) y reduce el temido estrés crónico que repercute tan negativamente en el proceso de aprendizaje.

Implicaciones educativas: Los estudios demuestran que se han de potenciar las clases de educación física, dedicarles el tiempo suficiente y no colocarlas al final de la jornada académica como se hace normalmente.

Se deberían fomentar las zonas de recreo al aire libre que permitan la actividad física voluntaria y aprovechar los descansos regulares para que los alumnos puedan moverse. Un simple ejercicio antes del comienzo de la clase mejora en los niños su predisposición física y psicológica hacia el aprendizaje, con mayor motivación y atención (Blakemore, 2011).

8- La repetición permite progresar

El cerebro conecta la nueva información con la ya conocida, por lo que aprendemos mejor y más rápidamente cuando relacionamos la información novedosa con los conocimientos ya adquiridos. Para optimizar el aprendizaje, el cerebro necesita la repetición de todo aquello que tiene que asimilar. Una de las mejores maneras de aprender y almacenar la información en la memoria a largo plazo es la repetición de la información.

Sin embargo, si el material a aprender es repetido de la misma manera puede ser extremadamente aburrido para los alumnos. Por ello, una buena estrategia de neuroeducación, es que la repetición del material se haga de diferentes formas y desde una variedad de actividades y experiencias. De esta manera podrán manipular la información desde diferentes modalidades.

Implicaciones educativas: Los docentes hemos de ayudar a adquirir y mejorar las competencias necesarias según la práctica. Por ejemplo, la práctica continua de cálculos aritméticos y la memorización de la tabla de multiplicar es imprescindible en la resolución de muchos problemas matemáticos o el conocer de memoria las reglas ortográficas es imprescindible para escribir con corrección. El problema reside en que muchas veces la práctica intensiva puede resultar aburrida por lo que sería aconsejable:

Espaciar en el tiempo las sesiones de análisis y estudio, lo cual está en consonancia con la adopción de un currículo en espiral.
Intercalar y diversificar los procedimientos de resolución en las listas de problemas o tareas en lugar de agruparlas mediante procedimientos similares.
Reflexionar a través del autocuestionamiento o de preguntas que guían el aprendizaje. Siempre fomentando la necesaria metacognición.

¿A qué edad es más conveniente aplicar la neuroeducación?

Las investigaciones han arrojado que se puede aplicar hasta el final de la adolescencia. Sin embargo, se ha comprobado que, si la neuroeducación trabaja desde la primera infancia, los niños tendrán buena salud y se desempeñarán mejor en lo académico y en el manejo de sus finanzas, por ejemplo.

Sobre los adolescentes, el sistema educativo está frente a una gran oportunidad: entender que pueden cambiar sus comportamientos si los docentes saben quiénes son sus alumnos. Por ejemplo, una de las cosas más impactantes que suceden en el cerebro de los adolescentes es el desarrollo de habilidades sociales, razón por la cual se sienten más motivados para aprender en pares y eso puede influir en la estrategia de enseñanza del profesor y romper el esquema del aula.

Como conclusión resaltar que este nuevo paradigma educativo que constituye la neuroeducación consiste en acercar la ciencia al aula para que los profesores sepamos realmente qué intervenciones inciden positivamente en el aprendizaje del alumnado y cuáles son las causas por las que lo hacen, a fin de que se puedan poner en práctica en distintos contextos educativos.

El fracaso escolar es una de las preocupaciones más destacadas en el sistema educativo. Por eso es importante aplicar los conocimientos sobre el cerebro a la educación. Contar en los centros escolares con iniciativas neuroeducativas que permitan integrar procedimientos para que todos los alumnos puedan desarrollar adecuadamente su potencial de aprendizaje.

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